Por: Valentín Méndez
Me atrevo a decir que todos hemos tenido en algún momento la experiencia de pensar que hemos tocado fondo, que ya no podemos ir más abajo, que ya no podemos sentir más tristeza o más malestar.
Me gustaría compartirles algo que una maestra y monja budista nos comenta sobre esto. Su nombre es Pema Chödrön y en su artículo titulado “Qué hacer cuando ya he tocado fondo”, abre su corazón y nos comparte la experiencia que tuvo en un encuentro con su maestro Chögyam Trungpa.
Estos dos monjes, comenzaron hablando de cosas relativamente superficiales como la experiencia durante la práctica y posteriormente, mientras ambos caminaban hacia la puerta, ella no pudo acallar su vivencia y le comentó cómo sentía que su vida era una basura y sobre la frecuente aparición del pensamiento de haber tocado fondo.
¿Cómo es tocar fondo?
Fue entonces que Chögyam Trungpa le respondió que tocar fondo es como estar caminando adentro del mar y de repente una ola enorme te golpea, te arrastra y producto de ello llegas al nivel de la arena, ésta se mete en tu nariz, no puedes respirar…
Tal vez puedas resonar con esta experiencia, justo como yo y como tantas personas que han experimentado el “tocar fondo”.
¿Cómo salir a flote después de tocar fondo?
Chögyam Trungpa termina comentándole que en este momento tiene dos opciones: Quedarse en el fondo o ponerse de pie y seguir caminando en el océano. Y eliges ponerte de pie porque lo otro equivale básicamente a morir ahogado.
A partir de esto, Pema Chödrön reflexiona y llega a la conclusión que cuando tenemos la experiencia de tocar fondo es cuando experimentamos lo que ella denomina “la crudeza de la vulnerabilidad”. Esta crudeza se refiere a contactar con la verdad humana de que todos y todas somos vulnerables y tenemos dolor. Tomar conciencia de ello –continúa- es un proceso doloroso pero una vez que tenemos la posibilidad de tocarla, también podemos contactar más con otras personas porque sabemos que es una experiencia compartida.
RECOMENDACIÓN
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Ver “El Camino hacia la resiliencia” : Guía publicada por la Asociación Americana de Psicología.
Tocar fondo, fallar y salir adelante
Esta reconocida maestra señala que a partir de esto, podemos aprender a fallar mejor, es decir, saber que vendrán más olas y estar listos para experimentarlas cuando lleguen, cultivando sentido del humor y valor en el proceso.
El surgimiento de olas ocurrirá una y otra vez en nuestra vida. Podemos aprender a navegar estar olas, surfearlas de forma amable hasta que eventualmente no sean tan fuertes. Y eso no necesariamente porque hayan disminuido su intensidad sino porque ya has aprendido cómo navegarlas con valor y humor.
De esta forma, podemos estar en la presencia de la crudeza de la vulnerabilidad sin tener que esconderla debajo de la alfombra, sin voltear la cara cuando la experimentemos para no verla, sino que podemos reconocerla como parte de la condición humana. Así, podemos ser, como ella comenta, contenedores o anfitriones del fallar.
Fallamos porque la vida viene con nuestra propia naturaleza. Paul Gilbert –creador de la terapia centrada en la compasión- afirma que tener un sistema nervioso humano es tener condición propicia para el sufrimiento.
Ver La compasión: universalmente malentendida : Paul Gilbert
De forma que es un acto de valor, de sentido de humor y yo agregaría, de fe, el reconocer que tenemos los recursos para navegar ese malestar humano.
Volvernos anfitriones de la falla.
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